martes, 15 de septiembre de 2015

Crítica de "Repulsión": Atrapada

Nada más comenzar los títulos de crédito, Polanski ya nos manda señales: unos enormes ojos verdes, los mismos que aparecen en el último plano de la película, los de una niña rubia en una foto de familia. Ojos cargados de odio, clavados en la figura del padre.


En todo la cinta iremos acompañando a Carol de un modo totalmente subjetivo: primero la veremos en su trabajo de estheticienne, en el que ya empieza a dar las primeras muestras de su deterioro: esa mirada en el infinito que le hace evadirse de todo, ese paseo por las calles de Londres con un mutismo absoluto.Y en el hogar recibiremos más información de Carol: el encuentro en el baño de una maquinilla de afeitar provoca un estado de inquietud y asco. Esta navaja  aparecerá  en varios momentos del film, en una de las ocasiones junto a un conejo muerto y al final, cómo no, será usada por la protagonista en lo que no podía evitar.

Otros símbolos de corte surrealista  aparecerán en el film, elementos que nos muestran ese viaje a la locura: grietas en la pared, patatas enraizadas, imagen distorsionada de Carol en la tetera...

Este proceso siniestro se dispara cuando la hermana-madre la deja sola. Es en este momento en el que Carol se recluye en su casa  y aquí, en un ambiente claustrofóbico, junto con movimientos de cámara que contribuyen a ello y el sonido acompasado del reloj, se evidencia el silencio siniestro del piso.

Desde luego que Polanski ha conseguido una atmósfera fatídica, todo ello para mostrar el atrapamiento en el que acaba la protagonista. Un estado catatónico absoluto provocado por la "mirada de odio" hacia el padre, que representarán en su madurez todos los hombres.

Teresa Pozo

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