La historia se desarrolla en un psiquiátrico donde Rantes es internado por afirmar que viene de otro planeta para investigar al ser humano, en concreto su “estupidez”. Resulta paradójico cómo alguien que dice no poder sentir emociones es con quien más se empatiza a lo largo de la película, incluso lo podríamos etiquetar de ser el más humano. Algo parecido sucede en la mítica escena de Blade Runner con el conmovedor monólogo del replicante cuando está a punto de acabar su vida. En ambas películas el espectador se ve capturado por la humanidad de quienes no son humanos para terminar preguntándose "¿qué es ser humano?". En este caso, nuestro personaje venido de otro planeta se vuelve una especie de mesías al que siguen todos los demás internos pues éste les ayuda de forma desinteresada.
Mediante los diálogos que establecen Rantes y el psiquiatra, con un marcado carácter reflexivo, el director crea una atmósfera en la que prácticamente crees la historia del protagonista. No olvidemos que a todo su discurso se le unen escenas irreales entremezcladas (el detalle de la saliva azul por ejemplo) y que nos llevan a una confusión entre ciencia-ficción o realismo con escenas salidas de la mente de Rantes. Para culminar este rizo de confusiones aparece una chica que corrobora la versión del paciente, viéndolo desde el punto de vista médico podría tratarse de un extraño trastorno psicótico llamado “Folie à deux” que es compartido por dos o más personas.
La rigidez del pensamiento de esta sociedad también es remarcado, sobre todo al final. Se es capaz de llegar a actos y torturas propias de
Unos miran al sudeste para enviar y recibir información, otros miran una pantalla en estado catatónico con detrimento de su inteligencia. ¿Quién será el cuerdo?
Laura Monteagudo
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