Las primeras escenas, con esa puerta giratoria que introduce a los tres rusos en los lujos refinados de Occidente, es impecable. Los diálogos, geniales y los actores, no sólo los dos protagonistas, están de sobresaliente.
La historia, fundamentalmente montada para hacer una crítica al sistema comunista, seguramente cumplía en ese momento con las expectativas del público de la órbita capitalista. Demasiado simplista en la transformación tan rápida de Ninotchka, apenas unas risas y sus firmes convicciones se desvanecen. Es cierto que el lujo es excesivo: ¿no había pobreza o al menos clase media en los países capitalistas? Que apenas aparece una ligera crítica a las clases altas en el diálogo de Ninotchka con la gran duquesa. Y, cómo no, que al final la ingenua mujer, da igual cabaretera, chica llegada del pueblo o toda una fría agente rusa, es salvada por el caballero bienhechor.
A pesar de todo esto, una deliciosa película que me hizo reír y disfrutar del cine con mayúsculas.
Matilde Lledó
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