martes, 13 de octubre de 2015

"El quimérico inquilino": Polanski, el hombre nuevo

Roman Polanski habitualmente hace cameos o incorpora secundarios en sus películas, pero solo en una ha encarnado al personaje principal y el hecho de que haya elegido precisamente Le locateur (El quimérico inquilino, 1976) para interpretar al protagonista absoluto de la cinta (que aparece en prácticamente todos los planos) dice mucho sobre este film, en nuestra opinión su obra maestra y una especie de autorretrato fílmico.


¿Qué encontró Polanski en la novela del también polaco Roland Topor para decidir adaptarla al cine, además de un modo casi literal)? En mi opinión para responder a esta pregunta hay que recurrir al psicoanálisis y es que Polanski encontró algo en esta novela que le apelaba a lo más profundo de su ser (especialmente revelador en este sentido resulta la similitud entre el nombre del director-actor y el del personaje -Trelkovski-). La película nos presenta a Trelkovski como el viejo Polanski, el hombre normal, medio, acabordado, que respeta a las mujeres y es presionado por la sociedad, que le obliga a hacer lo que él no quiere (en este sentido destacan las escenas que tienen lugar en el bar, en el que le obligan a consumir la marcha de tabaco que no quiere y a tomar chocolate en vez de café y las del enfermizo patio de vecinos).

Da la sensación de que Polanski se veía a sí mismo así pero decidió convertirse en otro personaje de la película, el amigo que pone marchas militares en su piso solo para molestar a los vecinos y demostrarles quién manda (y se entiende que trata a las mujeres como todo un "macho"). Es como si el cineasta, que tanto sufrió en su infancia como judío en el gueto, decidiese que él iba a ser a partir de entonces como el amigo de Trelkovski, que antes de que le fuercen él va a forzar a otros: una cuestión de poder. Todos sabemos que Polanski se ha hecho más famoso que por su cine por acusaciones de perversión de menores. ¿No tendrá algo que ver con esto?

La puesta en escena de esta película, rodada en interiores y exteriores de París, es impecable, con una fotografía que muestra un París sórdido y un aún más sórdido patio e vecinos, en una ciudad tan abarrotada que conseguir un apartmento es prácticamente imposible y en la que para conseguir uno tienes que tener alguna amistad o esperar a que alguien se muera.

¿Y ustedes quién prefieren ser, Polanski o Trelkovski?

Jesús de la Vega

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