lunes, 6 de noviembre de 2017

"The Ballad of Cable Hogue": El dominio del estilo de Peckinpah

Al ver The Ballad of Cable Hogue (La balada de Cable Hogue, 1970) tras hacer lo propio otras de las películas firmadas por Sam Peckinpah, uno se da cuenta del gran dominio del estilo y la capacidad de captar el tono de una historia que tenía este cineasta. El criticado como “Bloody Sam” (Sam el sangriento) por sus escenas de violencia, lo es tan solo en algunas de sus películas, quizás las que han pasado a la posterioridad, de acuerdo, pero no se puede juzgar toda una carrera por un par de títulos. Todo lo contrario es Cable Hogue, una película agridulce y nada desdeñable con toques de humor, momentos dramáticos y de acción. Entre los momentos de humor cabe destacar todas aquellas en las que aparece el pastor pervertido y las escenas en las que la acción se muestra a cámara rápida, usando un recurso nada esperado en un cineasta que precisamente ha pasado a la historia por sus escenas de violencia a cámara lenta.


La balada quizá sea la película más redonda de Peckinpah. Claro que la anterior afirmación es discutible, pero sin duda, la cinta trata varios de los temas que tanto interesan al cineasta. Uno de ellos es el de la amistad, en este caso traicionada. Otro, el del cambio que sufrió Estados Unidos, y todo el mundo con la llegada del automóvil, que mata a Cable Hogue por duplicado: primero, cuando descubre que los nuevos carros no necesitan agua; el agua, ese bien tan preciado en el desierto y que constituye la única fortuna de Cable, y en segundo lugar, literalmente, cuando fallece atropellado por un carro sin caballos, en concreto el de su amada. Todo un final, el de un personaje y el de toda una era, la de los aventureros.

Jesús de la Vega

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