viernes, 26 de febrero de 2016

"Memorias del subdesarrollo": Lo extra fílmico y la mirada documental

¿Qué es y cómo se expresa la mirada documental en este filme? Este texto, que se propone discurrir principalmente sobre el uso del sonido en Memorias del Subdesarrollo, cree que Memorias es una suma de montaje que canaliza un humor, más que una idea, un cierto sentir, un desencanto filosófico característico de todos los artistas. Es una película hecha más que de capas de parches, que la van uniendo y juntando en pos de una expresión muy particular: el humor de Gutiérrez Alea puede ser comparado con el esperpéntico humor de un joven, y aún no desencantado, Berlanga.


Música diégética, sonido ambiente pero no hay sonido del diálogo, sino hasta después del prologo, podríamos decir cuando Sergio conoce a Elena. Una voz-en-off que nos comienza a explicar las imágenes que estamos viendo, la partida de una mujer  para hacer una nueva vida en Nueva York o en París “y no en esta isla subdesarrollada”; hace lo que todas las voces en off hacen: organizar la imagen, pero desde lo subjetivo.

Este es el inicio de la película, la aventura de la soledad que va a emprender Sergio (interpretado por Sergio Corrieri, actor fetiche de Titón). “Todo sigue igual”, sentencia Sergio en off, en esta película la voz en off esta más cercana a un monólogo interior literario que a una voz en off omnisciente, típica de la época en que está película fue rodada (entiéndase, mitad del siglo XX).

En off, cuando Sergio mira la ciudad por un telescopio, es Cuba, cuatro o tres años después de la Revolución. Sobre las “vistas” de La Habana comunista, dónde a sido derribado el águila que se erguía frente al malecón, “¿dónde está la paloma que iba a mandar Picasso desde Paris?”.

En escena: en una habitación, Sergio revisa las prendas de ropa femenina guardadas en un mueble y juega con un pintalabios; mientras tanto, en un reproductor de cintas magnetofónicas, suena una conversación entre Sergio y una mujer. El monólogo interior de las primeras secuencias se reemplaza por el diálogo fuera de campo. Esa mujer, que Sergio escucha en la grabación, es su esposa. En el transcurso de la conversación que se reproduce, Sergio, pasa de la ternura al cinismo. “Me gustan las bellezas naturales, como tú, hechas por la buena ropa la buena comida, el maquillaje, los masajes” dice con ironía. “¡Te vas a burlar de tu mamá!”, grita la mujer, “¡suéltame! ¡suéltame! (llora) no soporto seguir viviendo aquí, ¡no soporto el calor, no soporto el sudor!” Entonces, él confiesa “¿tú sabes que todo eso está grabado?” La conversación, súbitamente, que se ha convertido en una pelea, pasa de lo personal a lo social o institucional.

Además, encontramos en esta escena una peculiaridad: la imagen que recibe el espectador es doble. Es cine puede hacer algo que el ojo no logra por sí mismo, que es ver dos cosas al mismo tiempo, puesto que cuando el espectador o la espectadora recibe la imagen de Sergio en la habitación, también recibe la imagen de el diálogo que se desarrolla fuera de campo, pero tan presente en toda la secuencia.

Sergio conoce a Elena. Un amor que no tarda en aburrirle. Pero le permite pensar y decir. Sobre todo Sergio tendrá que decir, su última arma, visto desde hoy en día, será la queja.

Que las mujeres, que el subdesarrollo, que la gente. Es una persona que mira y no toca, que no es naa, ni gusano, ni revolucionario. Pero como todo existencialismo no carece de egolatría, de amor al igual que Mersault, El Extranjero, de una necesidad de vivir, amar y ser amado que lo fagocita todo. 50 años después de su estreno ¿No es más revolucionario ser quien mira y quien piensa que aquel que cree en la muchedumbre, que aquel que se ha dejado engañar?

La película está defectuosa (¿?), incluso se traba, se repite, cambia el color del sonido, la textura, cambia el registro: narrativo a veces, documental en otras. La película nos cuenta Cuba a pocos años de la revolución con ojos y mirada escéptica.

Llama la atención como se logró realizar un cine de alguna manera crítico, en este periodo conocido como la edad de oro del cine cubano que acababa de nacer con el ICAIC. Después de la década de los sesenta, en parte debido a una crisis política que trajo desprestigio al régimen de Fidel Castro a raíz de fusilamientos a disidentes e intelectuales, después de los sesenta el cine cubano se limitado y censurado de problematizar.

Entonces es un merito en todos los sentidos, la manera revolucionaria de buscar problematizar la propia revolución.


Juancho Cuéllar

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