Probablemente hasta que Wilder no lo dijo, en Hollywood no se habían dado cuenta de que las estrellas envejecen, se olvidan y hasta a veces pueden enloquecer. No todo era glamour y perfección en la industria del cine. Probablemente esta cinta molestara a más de uno de los grandes de la industria. Al menos Louis B. Mayer, cabeza de la MGM, así se lo hizo saber al director. Sus palabras fueron: "¡Hijo de puta! Has hecho caer en desgracia a la industria que te alimentó y te hizo. Deberías ser tirado al alquitrán, cubierto con plumas y expulsado de Hollywood". A lo que Billy Wilder contestó con un escueto "Fuck you!".
El film está magistralmente interpretada por Gloria Swanson, divina donde las haya, con sus gestos grotescos y exagerados y esa mirada que es la pura expresión de la locura. Sobrecogedor su descenso final ante las cámaras en lo que ella cree su ansiado regreso a la cúspide. William Holden, excelente en su papel de guionista cínico y ambicioso. Erich V. Stroheim, con una actuación sobria, es capaz de emocionar con el lado humano del personaje y Nancy Olson que pone el contrapunto al personaje de Swanson aportando la imagen de una chica joven y sencilla. Wilder nos obsequia además con la sorpresa de los cameos de grandes estrellas del cine mudo, Buster Keaton, H. B. Warner y Anna Q. Nilsson. Del director Cecil B. de Mille y de Hedda Hopper, famosa columnista de la época.
Magnífica película, ya mítica, de un gran director. Un guion impecable que Wilder compartió con Charles Brackett, con quien ya había colaborado en otras grandes cintas como Ninotchka de Lubitsch o Berlín Occidente del propio Wilder. Inteligencia y virtuosismo cinematográfico que dan como resultado una obra maestra que se graba en las retinas y en la memoria de los espectadores.
Matilde Lledó
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