Esta película de Sam Peckinpah inspiró una canción del grupo Def Con Dos. Y es que es un filme sobre todo inspirador, empezando por un título al más puro estilo
del Oeste, que es ya toda una declaración de intenciones. Mezcla de violencia y de romanticismo,
es una clásica huida de un perdedor hacia delante por las polvorientas
carreteras de un México miserable. Violencia desde el principio hasta el final,
donde la venganza y el dinero movilizan a nuestros personajes. Detrás de esta violencia, el mensaje pudiera
ser cómo las decisiones en cierta manera caprichosas de los grandes hombres,
afectan a muchas personas, a sus vidas y en sus muertes.
Durante una parte de la
película ésta discurre con cierta belleza. A pesar de toda la violencia y
miseria que le rodea, nuestro protagonista comparte bellos momentos con su
amada. Pero este es más un romanticismo del siglo XIX, lleno de muerte y sin
final feliz, llevado a un escenario singular. Porque ella muere, giro
fundamental en la trama, cuando él corta la cabeza del tal Alfredo García. El recuerdo de la amada cadáver hará que el enamorado
se vea llamado a su trágico destino.
Pero la película es mucho
más compleja con personajes y desarrollos apasionantes. Benni, el protagonista,
va bajando escalones en la miseria humana, en parte por sus decisiones, en
parte por la podredumbre que le rodea. Todo gira en torno a esa cabeza que
también evoluciona y se va pudriendo rodeada de moscas: los asesinos a sueldo,
la familia del muerto, y ese cacique que la espera en su mansión, y que finalmente
la obtendrá junto con toda la muerte que ha sembrado, donde sólo había vida.
M.C.R.
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