Al igual que Le locateur (El quimérico inquilino, 1976) de Roman Polanski, Lost Highway (Carretera perdida, 1997) de David Lynch es un círculo, un bucle, con referencias muy
claras a dos películas que también son citadas en otros films de David
Lynch.
La primera de ellas es Sunrise (Amanecer, 1927)
de Murnau, con su dicotomía entre la rubia angelical y la morena sensual y
diabólica. Esta dicotomía está en todas las películas más personales de Lynch,
es decir, todas las que hemos visto en el ciclo: Eraserhead, Blue Velvet
y la próxima que veremos, Mulholland Dr.
La segunda referencia, esta más explícita, es a Vertigo
(De entre los muertos, 1958) de Hitchcock, también citada en varias ocasiones en Blue
Velvet, pero en este caso no solo tenemos a una mujer desdoblada en rubia y
morena, sino que también tenemos a un hombre desdoblado. Si, según Jesús
González Requena, Vertigo es el ejemplo arquetípico del cine manierista,
en el que ya no hay un héroe, sino un paranoico castrado, el cine de Lynch se
revela como postclásico pues ya no solo tenemos un protagonista con
desoblamiento de personalidad sino también una heroína en la misma situación.
Esta película es tal vez la que más me inquieta de todas las
de Lynch, ya que trata los mismos temas que, digamos, en Blue Velvet, solo que reduciéndolos
al tema de la pareja y la casa, de lo doméstico, lo cual convierte su tema en
más siniestro todavía de puro familiar dentro de una filmografía ya de por sí enigmática e
inquietante. "Home, Sweet Home", reza un famoso proverbio anglosajón, pero en este caso se nos muestra la comodidad del hogar como la fuente de las más oscuras pesadillas.
En mi opinión, la secuancia más desasosegante de la película
(más que escenas de sexo bastante explícito o de violencia gore) es
cuando el personaje encarnado por Bill Pullman se introduce en un pasillo
oscuro de su confortable y segura casa para regresar y matar a su esposa, a lo
que seguiría el desdoblamiento. Me cuesta explicar qué es lo que me desasosiega
tanto de esta secuencia, pero sin duda habla de algo muy oscuro que está, de seguro, dentro
de todos nosotros, y por eso nos inquieta y nos estremece.
Jesús de la Vega