miércoles, 27 de septiembre de 2017

"Ride the High Country": La muerte del viejo Oeste

La primera escena de una película siempre nos puede desvelar algo importante de lo que quiere el director. En este caso, un viejo vaquero entra en un pueblo y piensa que la gente se ha congregado para verle. Entonces, un policía le empuja diciéndole “aparte, abuelo”; la gente esperaba para ver una carrera de caballos contra un camello.

El viejo Oeste está muerto, algo diferente se abre camino, y así lo muestra un coche que pasa en esa misma escena levantando el polvo de la calle. Este oeste ya no es peligroso porque esté plagado de indios. Éste es el oeste donde lo peligroso es la condición humana de aquellos que se suponen civilizados. Incluso cuanto más se ajustan a las normas, más peligrosos pueden llegar a ser. La brutalidad de unos hermanos que ansían violar a la protagonista femenina puede ser defendida con la ley. Sólo queda la honradez de unos pocos hombres. La amistad y la lealtad por encima de todo, contra una sociedad que florece ya putrefacta.


Las grandes escenas de tiroteos y duelos, la música, las interpretaciones y la fotografía están a un nivel de una gran película que pasó a la historia del cine. La violencia y la belleza van unidas, y no se entenderían la una sin la otra. Hay cierta contención en algunos momentos, se evita que la violencia estalle de manera salvaje a mitad de la historia, en pro del clásico duelo final. También hay una historia de amor con un final feliz que deja satisfecho al espectador, evitando un drama sangriento tras tanta miseria humana. En ese equilibrio, la película encuentra su historia, su curso, y acaba desembocando en la muerte bajo la placidez de los bosques del viejo Oeste.

M.C.R.

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