miércoles, 20 de julio de 2016

"La nación clandestina": El cine vernáculo de Jorge Sanjinés

La primera sensación al enfrentarse a La nación clandestina (1989) es la de desconcierto. Desconcierto al no saber si lo que hemos interpretado es lo que pretendían los cineastas. Después, tras ver otra película del grupo Ukamau y leer textos del director, Jorje Sanjinés, nos damos cuenta que estamos en lo cierto. En primer lugar, el cineasta busca una narrativa distinta de la occidental (lineal), una narrativa más cercana a la circular, propia de los pueblos indígenas americanos. Es por eso que nos gusta hablar del cine vernáculo de Sanjinés, no solo por la forma de narrar, cercana a la forma de entender la vida de la mayoría del pueblo boliviano, que es indígena, sino también porque la mayoría de la película está hablada en aimara y trata de problemas propios de los últimos años de esa zona, lo cual no significa en absoluto que se trate de un cine que solo puedan apreciar los locales, todo lo contrario.


En segundo lugar, llama la atención en esta cinta lo arraigado (no sé si decir en el director, en los guionistas o en de todo el pueblo latinoamericano) de los conceptos de mesías, de sacrificio, de expiación y de redención, pues estamos ante un protagonista que ha perdido la conexión con su pueblo y decide mediante un sacrificio ritual pedirles perdón y a la vez salvarles.

En tercer lugar, cabe hacer una lectura política de la película: la doble colonización de (la de los españoles y la de los Estados Unidos) ha hecho que los indígenas hayan emigrado a las ciudades y hayan perdido lo que les religaba con su pueblo, sus raíces, sus costumbres y sus dioses. Es curioso que en la película incluso los habitantes del campo no recuerdan muy bien sus ancestrales canciones. Los gringos han logrado pervertir a algunos indígenas al ofrecerles dinero y otras comodidades, con lo que logran que algunos individuos, los líderes de las comunidades en muchos casos, traicionen a su pueblo.

A una puesta en escena por medio de largos flash-backs compuestos por largos planos (toda la tercera parte es un larguísimo flash-back, hay que añadir las bellísimas tomas de los inmensos valles y las magníficas montañas andinas, que ponen por contraposición al humano a escala de hormiga. Un plano en concreto nos impresiona y, por cierto, nos remite al zoom inverso del corto Los hieleros del Chimborazo (Igor y Gustavo Guayasamín, 1980), donde también el tamaño desmesurado de los Andes queda patente. Por cierto, que esta película también toca, si bien de refilón, un tema central de la cinta de Sanjinés, pues al traer los colonizadores formas de explotación como el trabajo asalariado, obligan a los indígenas a hacer un durísimo trabajo que, encima, por causa de los bajos precios, les permite solamente sobrevivir.

En fín, el círculo último pone un colofón perfecto a esta estupenda película, que es de esas pocas que logran desconcertarte, apasionarte, replanteártelo todo, dudar, te dan inmediatamente ganas de volver a verla y te dejan pensando durante días. Una magnífica obra de arte, de sensibilidad y de política.

PD: al ver la película nos vinieron a la cabeza dos referencias, pero luego escribimos la crítica de un tirón y no encontramos lugar donde hablar de estas influencias, así que lo hacemos en esta especie de epílogo. En primer lugar, encontramos en este cine vernáculo claras reminiscencias de Deus e o diabo na terra do sol (Glauber Rocha, 1964). Rocha es un referente del cine latinoamericano, del cine pobre y del cine vernáculo. Por otro lado, el otro anclaje que encuentro es con el cine de Werner Herzog, que en películas como Fitzcarraldo, Aguirre o Cobra Verde se enfrentó a personajes bigger than life que llevaron a cabo hazañas gigantescas, como es el caso de este indígena que lleva a cuestas una pesada máscara por kilómetros y kilómetros desde La Paz hasta su comunidad. Pero no solo eso, sino que al abordarlo, el equipo de rodaje (al igual que el de Herzog) también decide llevar a cabo una labor heroica, llevar a cabo la filmación en unas condiciones durísimas, en el altiplano, en lugares que probablemente no presentaran las mejores condiciones para el cine y que, además, son paisajes grandilocuentes y sobrecogedores.

Jesús de la Vega

jueves, 7 de julio de 2016

Crítica de "La nación clandestina"

Cuando se te ha perseguido, menospreciado, humillado, maltratado y usado, al final sólo queda una visión pesimista y vergonzosa de uno mismo. Es precisamente esto lo que representa el protagonista. Obviamente no debería ser así y por ello es castigado por su pueblo al exilio, por traición debida a una ideología impuesta, condicionada, de un conquistador extranjero.


Durante el transcurso de la película el personaje lleva acabo una especie de peregrinación desde la ciudad donde ha encargado una máscara hasta su pueblo, intentando así un retorno a sus tradiciones y orígenes con el fin de saldar sus deudas morales y conseguir el perdón de los suyos. En definitiva, quedar en paz. En ese viaje se irán viendo las formas de vivir, las costumbres y la represión que el pueblo de Bolivia sufría en ese momento, además de las consecuencias de lo que habían vivido en los últimos años, constituyendo una crítica política y social.

Laura Monteagudo

miércoles, 6 de julio de 2016

Crítica de "La estrategia del caracol"

Una sociedad centrada en los fines, los objetivos prácticos de cada cosa que hacemos, de todos nuestros movimientos: para esa sociedad esta película quizá no signifique nada, pues el objetivo es la dignidad. Con esta palabra se resume la trama de una historia en la que los personajes no se rinden, aunque aceptan que tampoco pueden ganar y es precisamente mantener esa dignidad lo único que les queda.


Se trata de una película que ejemplifica la ruindad de las personas, su avaricia y contextualiza al capitalismo y la propiedad privada en un ambiente polarizado donde o se tiene todo o no se tiene nada, o se comparte todo o no se comparte nada. Lo que es más irónico incluso es que quien no tiene nada sea quien lo comparte todo. Para los ricos nada es suficiente y no dudan en recurrir a estrategias mafiosas como las amenazas y palizas.

Esta historia, contada desde el recuerdo de uno de los vecino que la vivieron, heroifíca a dos de las mentes que idearon el plan para que si no podían seguir viviendo en lo que había sido durante decenas de años su hogar al menos se irían con todo lo que por derecho moral les pertenece.

Un último comentario sobre este film es que se convirtió en una película de referencia para el movimiento okupa, ejemplificando las bases de su ideología.

Laura Monteagudo

martes, 5 de julio de 2016

"La estrategia del caracol": Arrancando pétalos de margarita

Me gusta, no me gusta, me gusta, no me gusta...

Según su director, Sergio Cabrera, nada hay que pueda definir mejor su película que las palabras del Nobel García Márquez, uno de los máximos defensores de esta obra: "Es la película que mejor refleja a Colombia en toda la historia del cine nacional". Por aquí podriamos darle una validez al film.



Pero presenta una pobreza técnica, un convencionalismo demasiado evidente, unos personajes estereotipados y un argumento demasiado simple. Y esto lastra La estrategia... Sin embargo, hay otras características que ponen en valor al film: la denuncia de una sociedad totalmente estratificada y la idea latente en todo el metraje de que la unión hace la fuerza, junto con el sentido de la dignidad, motor de acción de sus personajes.

Podríamos concluir que el valor principal de La estrategia del caracol reside en su condición de cine social. Queda muy claro su aspecto social, pero me cuestiono si podría llamarse "cine" a tal propuesta.

Teresa Pozo