viernes, 6 de noviembre de 2015

"Blue Velvet": Terrorífica fascinación

¿Qué decir de “Blue Velvet”? Me resulta casi imposible escribir una crítica de esta película tan inquietante a la vez que fascinadora. Todo en ella es tan excesivo y a la vez tan cercano a nosotros que duele, a la vez que no podemos dejar de fijar nuestros ojos en la pantalla. Esta fábula sobre el poder, la violencia y el deseo, pese a ser estrenada en 1986 ya se ha convertido en un clásico con una legión de seguidores.


Al igual que había pasado con “Eraserhead”, la secuencia inicial de “Blue Velvet” es clave, toda una declaración de intenciones. La tesis es: ¿Qué se esconde debajo de la aparente normalidad de una pequeña ciudad provinciana cualquiera de los Estados Unidos? Lo aparentemente idílico y perfecto esconde la mayor de las podredumbres, algo que por otro lado, es muy natural. Debajo de la verde hierba de un jardín de clase media hay toda suerte de insectos procesando la podredumbre. Y, según avanza la película, vemos que esta tesis es potentemente política, pues descubrimos que probablemente todo el departamento de policía de la ciudad está implicado en un caso de corrupción y drogas.

¿Qué busca el personaje interpretado por Ian McLahlan? Se trata de un voyeur, a la vez que de una persona normal, media, cumplidora de las normas, que de repente decide pasarse al otro lado, movido simplemente por la curiosidad de unos personajes que le fascinan.

Blue Velvet resulta muy inquietante dentro de la normalidad. Al contrario que en “Eraserhead”, donde vemos personajes deformes e imágenes oníricas, todo el “Blue Velvet” es de gran realismo, pero a la vez se da pie a situaciones forzadísimas, como en la escena del bar, con un Dennis Hopper sobreactuado pero genial.

Jesús de la Vega

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